miércoles, 18 de agosto de 2010

Los regalos de la naturaleza




Después de la sequía del verano viene la lluvia, y con ella, aparece una infinita vida nueva más propia a la humedad, como este hongo que he descubierto hoy en el tronco de un roble, bajando por el bosque con los perros. Un poco más adelante había un gran árbol engalonado con musgo que crecía de la base hacia arriba,  cubriendolo todo con su verde manta terciopelada. Otra sorpresa me esperaba justo en frente, donde un helecho pequeño y débil salía de la tierra al aire libre. Y he visto que no hace falta ir muy lejos para recibir los regalos de la naturaleza. Los tenemos todos aquí, disponibles para los ojos que quieren ver, para las orejas que quieren escuchar, para la nariz que quiere oler, para los dedos que quieren tocar y para el paladar que quiere gustar.

La naturaleza nos provee de todo; de ella vivimos y morimos.

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