domingo, 27 de junio de 2010

Bellshou Secret Smile (Mamba)



Para mi querida Mamba  26/10/2006 - 26/06/2010

la más pequeña brizna de hierba nos enseña
que la muerte no existe,
que si alguna vez existió
fue para guiar la vida hacia adelante
que no está esperando, al final del camino, para detenerla,
y que cesó en el instante de aparecer la vida.

Todo avanza y se expande, nada se destruye
y morir es diferente de lo que cualquiera haya podido suponer,
y más afortunado.

Walt Whitman "Hojas de Hierba"

domingo, 20 de junio de 2010

La Muerte



Ayer vi que la perra que ya estaba enferma se había puesto peor y parecía que se estaba muriendo. Perdía todo el pelo y casi no se movía. Alarmada, me puse a peinarla, esperando que sólo fuera una muda primaveral, pero cuanto más pelo le sacaba, más pelo se quedaba desenganchado y más tenía que sacar hasta que ya no podía más y me eché a llorar mientras que una voz me repetía, “se está muriendo”, “se está muriendo”.

Me entró una pena tan grande, aunque sabía que ella no sufría, que no podía dejar de llorar cada vez que esta voz repetía, “se está muriendo”. Finalmente tuve que dejarlo y ponerme a hacer otra cosa lejos de ella, para que no la viera y para que no oyera esa voz. Cada vez que pensaba que sólo era la muda me relajaba y la trataba como a los demás perros. En esos momentos de relajo pensaba, “qué curioso que sólo un pequeño cambio de palabras sea capaz de cambiar mi percepción de la misma cosa de un extremo a otro.

Pues bien, este estado de tranquilidad ha durado hasta esta tarde, cuando finalmente he tenido el coraje de volver a peinarla. Después de unos cuantos minutos peinándola, me ha vuelto a pasar la misma experiencia que ayer. He empezado a llorar otra vez, he escuchado la misma voz diciendo, “se está muriendo” y además más voces comparando su vida en el pasado con su estado de hoy y diciéndome que debía hacer algo por ella.

Sé que tengo que trabajar esto porque veo que con sólo una palabra, “muerte” me he inventado un montón de cosas irreales aunque haya estudiado y entendido el poder de la mente y de las palabras en los estados de ánimo. Ahora me queda por averiguar todos los mecanismos del proceso mental y como influye y, claro está, aprender qué realmente puedo hacer por ella una vez que tenga la mente limpia.

viernes, 11 de junio de 2010

El Paseo Matinal





Bajamos la colina del bosque hacia la piscina, los tres perros y yo siguiendo el camino. Dos corren precipitadamente adelante, embriagados por el frescor de la mañana; el otro se arrastra muy atrás, olisqueándolo todo con una atención unidireccional. Los bufidos que salen de entre sus morros son tan intensos que parece que se está muriendo de asfixia. No obstante, él sigue adelante, lentamente, sin prisas, cubriendo cada centímetro cuadrado con sus babas y aspirando grandes bocanadas de aire que emiten olores misteriosos de animales pasados, heces, orina o cualquier cosa que pueda serle útil o crítica para su supervivencia.

Entonces, mi memoria comienza a dar vueltas y se despliega ante mí una escena retrospectiva que me hace recordar dónde y cómo lo encontramos por primera vez, encerrado con una hembra en una pequeña jaula de metro cuadrado, cumpliendo su función de semental valioso para los criadores. Al mismo tiempo veo cómo  ahora su vida se desarrolla de manera completamente distinta.

Seguimos hacia abajo con paso pesado hasta que llegamos a la piscina donde nos juntamos de nuevo con los otros dos. Ahora él empieza a correr más rápidamente. Sé que siempre existe la posibilidad de que entre en pelea con el otro macho, pero eso no ocurre hoy y todos seguimos adelante con brío y alegría, no exactamente juntos, pero tampoco exactamente separados, cada uno siguiendo su ritmo a su manera.

Nos adelantamos por un camino empinado y empedrado que sube la montaña. Ahora él sigue el paso de los demás, aunque no está acostumbrado a dar paseos tan largos. El otro macho, que tiene displasia de la cadera, también anda rápidamente y sin signo de dolor ni de cansancio. La hembra, acostumbrada a jugar muy fuerte, se retiene de darle golpes y se echa a correr en solitario para descargar su alta carga de energía. Luego, cuando estamos a punto de volver a casa por el camino del bosque, me inunda un sentido de euforia y orgullo tan grande, que los cojo en brazos, les doy un abrazo muy fuerte y les digo con asombro, “qué buenos que sois”.

No obstante, a pesar del efecto de felicidad que deja en mí, supongo que no hace gran impresión a los perros, porque después de una pequeña pausa, emprendemos el camino otra vez. Él y yo seguimos nuestro camino lentamente hacia arriba con pasos más o menos pesados según el grado de cansancio de cada uno y la necesidad que él tiene de catalogar los nuevos olores. Los otros dos corren rápidamente cuesta arriba y en seguida desaparecen de la vista para llegar a la puerta de casa mucho antes que nosotros.   

miércoles, 9 de junio de 2010

Medusa


Me llaman Medusa. La mayor parte de mi vida la paso flotando en la superficie del mar llevada a la deriva por el viento o por la corriente. Es una sensación agradable, el estar llevada tan ligeramente por todas partes, recogiendo comida con mis tentáculos cuando encuentren algún pedazo comestible.

A veces hay tormentas, pero cuando el mar se pone bravo, desinflo mi cámara de aire y me sumerjo en las profundidades del mar donde todo se vuelve tranquilo y silencioso otra vez. A veces emparejo con otra Medusa, pero como podéis ver, llevo una vida bastante tranquila por norma general.

El único estorbo que tengo es cuando hay una infestación de humanos en la playa. Son muy invasores y dominan toda la orilla sin dejarnos espacio alguno. Parece ser que no quieren vivir en paz con nosotros. Esto es muy desafortunado, ya que nuestras defensas no son lo bastante fuertes para protegernos contra su incursión, que muy a menudo acaba en nuestra muerte.

Sin embargo, las medusas tenemos una ventaja sobre los erizos del mar y los pulpos, ya que esos están considerados como manjares y que miles de ellos mueren cada año a manos de los cazadores para adornar las mesas de los bares, restaurantes y casas.

A pesar de todo, algunas de nosotras siempre sobrevivimos y seguimos procreando de la manera que siempre hemos hecho durante milenios. El mar es grande y profundo y hasta ahora los seres humanos no han podido acabar con todas nosotras a la vez.

Digo ‘hasta ahora’, porque no sé como acabará todo esto sí un día los humanos consigan los medios para erradicarnos de todas las partes del mar.

jueves, 3 de junio de 2010

Hilos Invisibles




Hoy he empezado el día por encender la televisión y después de pasar por un sinfín de canales de noticias y deportes, todos ellos llamando la atención de manera estridente y agresiva, me he encontrado con un concierto sublime ya en progreso… un concierto para piano y orquestra de Mozart… y me llamó la atención al pianista director.

Era un hombre mayor, viejo, calvo, con un pequeño cuerpo rechoncho que llenaba su ropa sin distinción. Apenas se le destacaría de cualquier hombre que va a la  oficina cada mañana. Pero la cara de éxtasis que ponía mientras tocaba y dirigía la orquestra lo destacaba notablemente de lo ordinario.

Un deleite de música salía de sus dedos que tocaban las teclas del piano con una delicadeza, una sensibilidad y una agilidad fuera de lo común. Escuchando atentamente, esperaba que saliera el nombre de ese músico al final del concierto. Sí, era Daniel Barenboim, famoso director de orquestra y pianista, hombre altamente reconocido en el mundo de la música clásica con una larga carrera de interpretaciones destacadas tras él.

A pesar de los cambios notables en su aspecto físico, su aspecto fuerza de la vida, plasmada en su música, se veía perfectamente madurada tras los largos y fructíferos años de trabajo que ha estado dedicando a sus dos grandes pasiones de la música. Aunque le hayan tratado con guante blanco desde muy temprana edad, a todas apariencias no se había ensalzado de su fama con el paso del tiempo, sino al contrario, la música parecía surgir de una fuente interior, el hilo invisible que le ataba a la fuerza de la vida.