domingo, 20 de junio de 2010

La Muerte



Ayer vi que la perra que ya estaba enferma se había puesto peor y parecía que se estaba muriendo. Perdía todo el pelo y casi no se movía. Alarmada, me puse a peinarla, esperando que sólo fuera una muda primaveral, pero cuanto más pelo le sacaba, más pelo se quedaba desenganchado y más tenía que sacar hasta que ya no podía más y me eché a llorar mientras que una voz me repetía, “se está muriendo”, “se está muriendo”.

Me entró una pena tan grande, aunque sabía que ella no sufría, que no podía dejar de llorar cada vez que esta voz repetía, “se está muriendo”. Finalmente tuve que dejarlo y ponerme a hacer otra cosa lejos de ella, para que no la viera y para que no oyera esa voz. Cada vez que pensaba que sólo era la muda me relajaba y la trataba como a los demás perros. En esos momentos de relajo pensaba, “qué curioso que sólo un pequeño cambio de palabras sea capaz de cambiar mi percepción de la misma cosa de un extremo a otro.

Pues bien, este estado de tranquilidad ha durado hasta esta tarde, cuando finalmente he tenido el coraje de volver a peinarla. Después de unos cuantos minutos peinándola, me ha vuelto a pasar la misma experiencia que ayer. He empezado a llorar otra vez, he escuchado la misma voz diciendo, “se está muriendo” y además más voces comparando su vida en el pasado con su estado de hoy y diciéndome que debía hacer algo por ella.

Sé que tengo que trabajar esto porque veo que con sólo una palabra, “muerte” me he inventado un montón de cosas irreales aunque haya estudiado y entendido el poder de la mente y de las palabras en los estados de ánimo. Ahora me queda por averiguar todos los mecanismos del proceso mental y como influye y, claro está, aprender qué realmente puedo hacer por ella una vez que tenga la mente limpia.

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