lunes, 12 de abril de 2010

Árboles Caídos en el Bosque















Cuando paso delante de un montón de árboles gigantes caídos en el bosque, apilados en todas partes, ángulos agudos, ramas clavando el aire, los unos apoyados en los otros, me pregunto, ¿de qué manera puedo yo “ser” la Naturaleza?

Sé que esos árboles habían estado derribados por la fuerza del viento de un vendaval y que un año después, el peso de la nieve de una ventisca acabó con la faena… y esto lo sé porque estaba presente en las dos ocasiones y soy testigo de que ninguna mano humana ha causado esta “destrucción”. Simplemente las raíces de estos árboles caídos no tenían el aguante para resistir a los elementos, pues sus semillas habían germinado en lugares inhóspitos y desprotegidos, en terrenos empinados y poco propicios para sostener la vida durante estas tormentas. Sus raíces habían estado perfectamente capaces de soportar los árboles en tiempos normales, pero insuficientes para que pudieran agarrarse en tiempos excepcionales.

Y me pregunto otra vez, “Si se supone que la Naturaleza es fructífera, que los árboles en general siguen a pesar de que unos ejemplares particulares caigan y mueran y si se supone que la naturaleza no siente sufrimiento al respecto, ¿cómo puedo yo “ser” la Naturaleza?

Puede que la respuesta sea, “seguir generando más vida”.

Los árboles muertos parecen tardar un tiempo en regenerase, pero también parece que su vida sigue en otras formas. Pueden dar vida a los insectos, que darán vida a los pájaros, que darán vida a los zorros, que darán vida a... y, al final de la identidad que le hemos puesto como árbol, se desintegrará y se hará uno con la tierra, cuya fertilidad alimentará las próximas semillas. Y se supone que todo este proceso de impermanencia y transformación pasará en el árbol sin ningún sufrimiento mental y sin ningún yo.

Entonces, si quisiera “ser” la Naturaleza, debo sentir que mientras haya condiciones fértiles para sostener la vida del árbol, el árbol vivirá, y cuando no cumplen estas condiciones, el árbol como tal, morirá, pero que la fuerza de la vida seguirá en sus varias formas.

Supongo que es lo que busco en la pre-programación de mis meditaciones… este sentido de que “soy” la Naturaleza… que sigo creando vida aunque sólo sea la regeneración de una sola célula de mi cuerpo y que la vida y la muerte se soportan mutuamente cada vez que se inflan o desinflan mis pulmones. Al fin y al cabo, la Naturaleza no sabe de pensar…simplemente sigue generando vida de la muerte y muerte de la vida.

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